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[Literatura] Revisitando la Dragonlance (Parte 3): Qualinost, de Mark Anthony

Después de repasar los libros centrados en los primeros años de Raistlin, el personaje más popular de esta saga de fantasía, me apetecía hacer lo propio con los demás aventureros que protagonizan las Crónicas de la Dragonlance y rememorar así sus orígenes. Quizá esté demorando demasiado el momento de releer las Crónicas, que como ya apunté son el eje central que articula toda esta franquicia, pero no tengo prisa. Aunque iba a ponerme ya con los Preludios, que son dos trilogías ambientadas inmediatamente antes de las Crónicas, he decidido embarcarme antes en la lectura de otros seis volúmenes cronológicamente anteriores. Los Compañeros de la Dragonlance es una colección de seis libros escritos por distintos autores que narran los primeros encuentros entre quienes se convertirán en los futuros héroes (de hecho, el título en inglés de la colección es Dragonlance Meetings). Recuerdo haber comenzado a leer esta hexalogía hace años, aunque nunca llegué a terminarla. Es buen momento para enmendar ese error.

Como todas las subcolecciones de la franquicia, Los Compañeros de la Dragonlance es independiente del resto de libros aunque está plagada de guiños y referencias a su universo. No obstante, hay que tener en cuenta que la historia continúa de un volumen a otro, por lo que deben ser leídos en orden (al contrario de lo que sucede con los Preludios, que son independientes entre sí y pueden ser abordados en cualquier orden). El primer volumen se tituló Qualinost en su edición española, aunque el título en inglés es mucho más sugerente: Kindred Spirits. La historia transcurre casi por completo en la ciudad élfica de Qualinost y tiene como protagonistas a dos de los compañeros: el enano Flint Fireforge y Tanis el Semielfo. El libro no sólo narra su primer encuentro, sino también el desarrollo de su incipiente amistad. En los siguientes volúmenes se les irán uniendo los demás personajes que acabarán conformando el elenco principal de las Crónicas.

Qualinost fue escrito por Mark Anthony, un escritor habitual en el entorno de la narrativa fantástica hace ya unos años (además de este libro de la Dragonlance también firmó varios de Reinos Olvidados, la otra gran saga noventera de espada y brujería), y Ellen Porath, coautora de otros volúmenes posteriores de Los Compañeros de la Dragonlance. Ambos autores están bastante por debajo de lo que ofrecen Margaret Weis y Tracy Hickman en los títulos principales de la saga, pero Qualinost supone una historia entretenida y entrañable, aderezada con unas pequeñas notas de misterio. Si bien no llega a ser un libro notable, sí es al menos recomendable.

Como decía, el grueso de la narración se sitúa en Qualinost, capital de uno de los dos grandes reinos élficos del mundo de la Dragonlance: Qualinesti. Durante los años posteriores al Cataclismo que lanzaron los dioses sobre la tierra como castigo por la arrogancia de los hombres, Qualinesti cerró sus fronteras. Desde entonces, los habitantes de Qualinost han tenido poco contacto con el mundo exterior, aunque entre ellos ha ido surgiendo el debate acerca de si se deberían retomar los contactos comerciales que tuvo antaño el reino. Sin embargo, los tumultuosos años posteriores al Cataclismo, con toda la violencia que conllevaron, hicieron que muchos nobles elfos acabasen despreciando a las demás razas y en especial a los humanos, responsables de muchas tragedias para los suyos. Precisamente uno de nuestros protagonistas es producto de una de esas tragedias.

El libro arranca con el nacimiento de Tanis, el hijo mestizo de una elfa violada por un asaltante humano. Exhausta por el parto y desolada por el asesinato de su esposo a manos de los mismos humanos que la forzaron, la madre es incapaz de reponerse y muere poco después de dar a luz. Bautizado con el nombre élfico Tanthalas, el bebé es entonces acogido por su familiar más cercano, su tío Solostaran, el Orador de los Soles (título que ostenta el gobernante de Qualinost, a quien se puede considerar rey de Qualinesti). Pese a su ascendencia humana, el Orador cría a Tanis junto a sus propios hijos, Porthios, Lauralanthalasa (Laurana para abreviar) y Gilthanas. Aunque la corte no aprueba la decisión de su gobernante, acaba aceptando a Tanis a regañadientes. Eso no quiere decir que el joven semielfo sea visto con buenos ojos ni mucho menos: los demás elfos no lo consideran semielfo, sino semihumano; alguien cuya sangre está contaminada por una especie inferior y violenta. Su sangre humana es motivo de burla constante, cuando no de abierto rechazo.

Siendo Tanis poco más que un niño para los estándares élficos (recordemos que esta raza es mucho más longeva que la humana), el Orador decide establecer contactos comerciales con un reputado artesano del metal: un enano llamado Flint que es invitado a Qualinost para que pueda ofrecer sus servicios a los elfos. La llegada del maestro enano es todo un acontecimiento, pues es el primer visitante de otra raza que atraviesa las fronteras tras muchos años de aislamiento. Flint ya no es joven (según los estándares enanos, cuya especie es tan longeva como la de los elfos), pero aún le queda suficiente espíritu aventurero como para trasladarse a Qualinost y empezar una nueva vida entre los elfos. Allí, además de entablar amistad con Solostaran, también desarrollará un profundo afecto hacia Tanis. Después de todo, ellos son los únicos habitantes del reino que no son elfos de sangre pura.

Probablemente lo más interesante del libro sea su tercio inicial, que se centra en establecer la relación entre Flint y Tanis. El enano, de carácter exagerado y gruñón, esconde un corazón tierno y no tarda en adjudicarse un rol atento y paternal. Por su parte, el semielfo encuentra en Flint a alguien a quien confiar sus sentimientos. De hecho, Flint es la primera persona a la que se abre realmente. La suya es la amistad entre dos parias, entre dos seres que no encajan en su entorno. Aunque los nobles elfos respeten las habilidades del enano con el metal, nunca será aceptado como un habitante de pleno derecho de Qualinost. Por su parte, Tanis siempre será un mestizo. Ambos encuentran refugio y solaz el uno en el otro, lo cual es muy emotivo y hace que ésta sea una lectura tan entrañable.

Si incido tanto en los prejuicios raciales es porque creo que es uno de los temas centrales del libro. Esto no es novedoso ni mucho menos; no lo era cuando fue escrito y no lo es hoy en día, pero el enfoque desde el que se aborda el tema es lo que me parece interesante. Dentro del género de fantasía no suele ser habitual ofrecer un retrato de los elfos como unos racistas obsesionados con la pureza de su sangre. Ese papel suele estar reservado a los humanos o a los enanos (cuya rivalidad con los elfos es parte integrante de casi todos los grandes universos de fantasía medieval). Lo curioso de la propuesta de estos dos autores es que el menos prejuicioso de todos los personajes es precisamente el enano, mientras que muchos de los elfos que aparecen son abiertamente racistas y rechazan de forma tajante y automática a todo aquel que no consideren puro. No obstante, los nobles elfos son conscientes de que si quieren que su reino siga prosperando es imprescindible que abra sus fronteras; no sólo para establecer rutas comerciales, sino también para permitir que artesanos como Flint traigan nuevo conocimiento a los estancados elfos. Se encuentran, por tanto, ante una paradoja, en la que están obligados a convivir con aquellos a los que desprecian si quieren sobrevivir, pues la alternativa es vivir aislados en su pequeño mundo y quedar privados de los progresos que han realizado otras razas. Visto desde una óptica actual es un tema muy vigente estos días y me parece muy apropiado para un libro enfocado sobre todo a los lectores juveniles.


En cuanto a la trama, quizá la mayor pega que se le puede poner es lo mucho que tarda en arrancar. Un defecto bastante común en este tipo de libros (ya sean de la Dragonlance, de los Reinos Olvidados o de cualquier otro universo nacido de un juego de rol de lápiz y papel) es que pasan más tiempo construyendo la ambientación de la historia que narrando la propia historia. Quizá sea un vicio heredado de los juegos de rol, en los que es tan importante establecer el escenario antes de comenzar la campaña propiamente dicha. En todo caso, me gusta pensar que esto hace que sean lecturas atmosféricas, es decir, libros que ofrecen una gran cantidad de información para que el lector sea capaz de reconstruir un escenario mental con todo lujo de detalles. Quizá luego la trama no sea muy original ni esté llevada con mucha destreza, pero el hecho de estar tan sumergido en el mundo que te ha presentado el libro hace que te interese y te impacte más. En este caso, la trama tarda más de doscientas páginas (de las algo menos de cuatrocientas que tiene el libro) en arrancar. Para entonces, justo en el momento en que las piezas dispersas empiezan a encajar y el misterio cobra sentido, el lector ya conoce tan bien la vida en Qualinost que, lo quiera o no, ya está implicado.

En efecto, hay un misterio en este libro; o más bien un conjunto de misterios relacionados. De manera tangencial a las andanzas de Flint y Tanis en la ciudad de los elfos, poco a poco se va desvelando una trama que implica un atentado contra el trono del Orador de los Soles, una venganza que hunde sus raíces en el pasado de la corte y un viejo secreto perdido siglos atrás en el reino (y que tiene que ver con cierto objeto legendario de la mitología de la Dragonlance: la Gema Gris de Gargath). La resolución de la trama es bastante satisfactoria, aunque muy brusca. Ciertos detalles quedan demasiado en el aire para mi gusto, lo que me transmite la impresión de que los autores se excedieron en el número de páginas y el editor tuvo que meter la tijera en el tramo final. El clímax de la trama se produce en el último capítulo y luego no hay más que un epílogo de poco más de tres páginas para abordar las consecuencias, lo cual me parece escaso y algo torpe. Irónicamente, el epílogo trata sobre Tanis quejándose por los cabos sueltos que han quedado sin resolver. Suscribo sus quejas, desde luego. El final de este volumen me parece un tanto torpe.

Obviamente no voy a estropear el misterio desvelando aquí la identidad del asesino. Sí que puedo decir, como ya he comentado, que la resolución de dicho misterio me parece satisfactoria. La trama en sí está bien llevada (prueba de ello es que el lector puede llegar a deducir la identidad del asesino antes de que el libro la desvele) y no es su cierre lo que está resuelto con torpeza, sino el posterior epílogo. Unas cuantas páginas más hubiesen bastado para redondear la lectura y casi siento que me las han escatimado, dejándome con un final excesivamente abrupto que no presta suficiente atención a las consecuencias de los acontecimientos presenciados.

Puede que esta sea una queja algo desmesurada, ya que después de todo este libro es una precuela y adolece del mismo defecto que muchas precuelas: la ausencia de sorpresa. Puesto que muchos de los personajes que aparecen aquí están presentes en libros posteriores, es fácil deducir quién vivirá y quién morirá. El lector sabe que Flint y Tanis tendrán un papel destacado en las Crónicas, por lo que no tiene mucho sentido preocuparse por su seguridad. Lo mismo se puede aplicar a Solostaran y sus tres hijos, Porthios, Laurana y Gilthanas. La familia élfica también aparece en las Crónicas y alguno de sus miembros incluso interpreta un rol importante (Laurana, sin ir más lejos). Y claro, organizar la trama de una precuela en torno al misterio de un intento de asesinato cuando sabemos que las posibles víctimas tienen que aparecen en libros posteriores no me parece lo más inteligente que podían haber hecho los autores. Ese es el gran problema de las precuelas, que tienen que contar historias interesantes sin tener demasiadas consecuencias para el futuro, ya que es la única forma de conservar algo de coherencia en la cronología. A veces esto juega en su contra.

El tema de la coherencia me parece destacable, ya que tengo un vago recuerdo de las Crónicas y no sé hasta qué punto la caracterización de Solostaran y sus hijos en este volumen es coherente con la que realizaron Weis y Hickman. Gilthanas y Porthios tienen un protagonismo relativo, pero Laurana y su padre ocupan buena parte de la narración. La joven elfa, prácticamente una niña al comienzo de la historia, es una caprichosa y una mimada. Ha sido criada entre algodones y desconoce lo que es el dolor, por lo que aún está muy lejos de la regia presencia que ofrecerá en las Crónicas. Esto encaja perfectamente con lo que sé sobre el personaje, que pasa de ser una princesita repelente a convertirse en una gran líder e inspiración para hombres y elfos. El desengaño amoroso que tiene con Tanis en este libro no es más que el primer paso de su camino hacia la madurez. Solostaran, por su parte, desarrolla una amistad muy bonita con Flint, que se convierte en su confidente. No recuerdo si esto se menciona en las Crónicas, pero estaré atento cuando llegue a ellas en mi relectura. El Orador de los Soles se muestra aquí como alguien tolerante y dispuesto a combatir los prejuicios de su reino abriendo sus fronteras poco a poco y no esa no es la imagen que recuerdo de este personaje en los libros de Weis y Hickman.

Respecto a los personajes nuevos que tienen su primera y única aparición en la saga en este volumen destacaría a dos: tía Ailea, la partera que ayudó a Tanis a nacer, y Miral, el mago de la corte. Ailea viene a ser una suerte de figura maternal para Tanis y le ayuda en el proceso de aceptar su sangre humana, ya que ella misma tiene ascendencia humana. También viene a ofrecer una advertencia al semielfo respecto a enamorarse de un humano, ya que son mucho menos longevos que los elfos y sus vidas se agotan en un suspiro. No se me escapa la ironía de esto, ya que lo primero que hará Tanis en cuanto abandone Qualinost será precisamente enamorarse de una humana: Kitiara. En cuanto al mago, el personaje de Miral me ha resultado un tanto ambivalente. Los misterios que esconde le convierten casi desde el principio en el principal candidato para ser el antagonista de la historia, aunque aparentemente no tenga motivos para serlo. Los escasos detalles sobre su pasado se nos van desvelando con cuentagotas utilizando el recurso de narrar sus sueños, algo muy típico pero siempre interesante. El personaje me ha parecido atractivo, aunque no deja de ser una versión élfica de Raistlin. Parece un mago mediocre y debilucho, pero esconde un gran poder. Muestra su rostro más amable ejerciendo el rol de curandero y mentor de los hijos del Orador, pero también oculta muchos secretos. Es el tipo de personaje que me gusta, aunque no comprendo al cien por cien sus motivaciones. Hacia el final del libro, de hecho, toma alguna decisión que me parece poco justificada, pero eso al menos sirvió para generarme alguna sorpresa.

El resto de personajes que aparecen, miembros de la corte del Orador de los Soles, no me parecen dignos de mención por su escasa relevancia. Si bien es cierto que gran parte del libro se centra en las intrigas de la corte, la mayoría de los cortesanos se limitan a mostrar su rechazo hacia Tanis. Por tanto, su única función en la historia es la de constituir el elemento hostil del escenario. Aunque hay una conspiración y un intento de asesinato, esta no es una historia de suspense. Ni siquiera creo que pueda considerarse una historia de aventuras, pues la acción es limitada y los capítulos situados en el bosque que rodea a Qualinost son más bien pocos. En algún momento aparece un tylor, un gigantesco reptil inteligente emparentado con los dragones (básicamente es un dragón sin alas, para que nos entendamos), pero su presencia es anecdótica. También aparecen los misteriosos senderos mágicos que antaño usaron los sabios elfos, pero una vez más su importancia es muy relativa. Por supuesto, también están presentes los inevitables momentos de humor, protagonizados en esta ocasión por Pies Ligeros, la encantadora mula de Flint, pero las dosis de comedia están muy repartidas. Esta es por encima de todo, la historia de la amistad entre Flint y Tanis, un enano y un semielfo que forjan lazos en un entorno que les rechaza y les considera diferentes, cuando no inferiores. No será el libro más dinámico de la Dragonlance, pero sólo por el tema que trata ya me parece una lectura recomendable.

En el siguiente volumen de Los Compañeros de la Dragonlance, Flint y Tanis, tras abandonar la ciudad élfica, se encuentran con un nuevo amigo: Tasslehoff Burrfoot, el kender. Este divertido personaje siempre consigue hacerme reír, por lo que apuesto a que el siguiente libro va a resultar entretenido. No sé por dónde tirará el argumento y si habrá una trama de fondo relacionada con el misterio de la Gema Gris que se introduce aquí, pero estoy dispuesto a averiguarlo. La próxima lectura de la lista se titula El Incorregible Tas y hablaré sobre ella en la siguiente entrada de esta serie.

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